Si me dieran a escoger un personaje de todos los tiempos con quien poder hablar una hora, sin dudarlo elegiría a Jesuscristo. Y es que su vida y milagros me resultan apasionantes. No hace mucho vi la película Resurrección, que por cierto me gustó mucho, donde se narra la historia del tribuno romano Clavio. Trata por todos los medios de averiguar el paradero del cuerpo de Yeshua Ben Josef, a quien él mismo se encargó de crucificar, y de quien se rumorea que ha resucitado. Las maravillas que contemplará con sus propios ojos harán que su existencia deje de ser la misma. Otro milagro.
Intuyo que yo también quedaría deslumbrada ante un hombre tan misterioso y a la vez comprensivo. Aunque vete tú a saber, si hubiese vivido en aquella época, tal vez lo hubiese tratado cual majareta recién salido del desierto de Judea, como sucedió. Pero si llego a ver uno de sus milagros, como curar a un enfermo de lepra o resucitar a Lázaro, una de dos: o me volvería fiel seguidora o quizás pensase que la que no estaba bien de la cabeza era yo.
En cualquier caso me fascinan los milagros y ya que estamos inmersos en plena Semana Santa, voy a contaros el último que la Iglesia Católica, léase el Vaticano, aprobó en el año 2016. Lo llaman «Milagro Eucarístico», y desde abril de ese año el obispo de Legnica (Polonia) permite la veneración del prodigio, pues no se puede explicar más que acudiendo a una intervención sobrenatural de origen divino.
LA HOSTIA SANGRANTE
El 25 diciembre del 2013, en la parroquia polaca de Saint Jack, y durante la Comunión, cayó al suelo una hostia consagrada. Como se suele hacer en estos casos, la depositaron en un recipiente con agua para que se disolviera. Pero esto no fue lo que sucedió. No es que la hostia no se desintegró, es que apareció una mancha de color rojo que se iba haciendo más grande.
En febrero el obispo abrió una investigación y varias muestras del pan ácimo fueron enviadas a diferentes institutos forenses junto con el agua del grifo donde fue sumergida. Los resultados fueron asombrosos, y cito textualmente: » En la imagen histopatológica se ha descubierto que los fragmentos de tejido contienen partes fragmentadas de músculo estriado transversal…El conjunto…se asemeja en gran medida al músculo cardiaco con las alteraciones que aparecen frecuentemente durante la agonía».
Sin embargo, los resultados de estos estudios fueron cuestionados porque no se llevaron a cabo pruebas de ADN que determinaran si el tejido era humano. Aunque la sorpresa del clero fue monumental cuando la Asociación Racionalista, que puso en duda el tema, presentó una denuncia ante la oficina del fiscal por la tenencia ilegal de fragmentos de tejido humano en la iglesia. En fin, mucha faena tampoco parece que tengan los miembros de esta asociación…Pero continúo.
Se realizaron los pertinentes análisis y se demostró que el tejido era humano y que pertenecía a una persona del tipo sanguíneo AB, un grupo muy raro que solo se da en aproximadamente el 7-8% de la población y suele encontrarse en los habitantes de Oriente Medio e Israel. Y que, casualmente, coincide con el tipo de sangre que se encontró en la Sábana Santa de Turín.
Personalmente, a lo mejor porque he vivido situaciones vamos a llamarlas extraordinarias, soy una apasionada de estos asuntos sobrenaturales. Confieso que en más de una ocasión me he quedado viendo el programa: Cuarto Milenio. A veces los temas que tratan son realmente asombrosos e interesantes. Y no sé si esos fenómenos provendrán de lo divino, lo evidente es que la ciencia no los puede explicar.
Pero ya no digo más y a partir de aquí cada uno es libre de pensar lo que le parezca, aunque al menos da para pensar. Imagino que los más escépticos lo achacarán a cualquier elemento que pudiese contener el trigo y los más devotos creerán ciegamente en el milagro; estos ya saben que pueden venerar la hostia sangrante en Polonia.
Como sé del rigor con que la Iglesia Católica trata estos temas tan delicados y la escasa publicidad que le dan, porque intenta ser lo más cauta posible, soy de la opinión de que no se trata de ninguna milonga. Así que, si algún día me pilla cerca, me acercaré a examinar la oblea prodigiosa. Además, para estas cosas me vuelvo un poco gallega y me aplico su famoso refrán: «Eu non creo nas meigas, mais habelas, hainas».
Siempre el eterno dilema,creer o no, difícil cuestión pero cuando vemos un tema como el que comentas, tienes que decantarte por una opción y personalmente me quedo con la de creer, no es porqué sea especialmente religioso, pero simplemente observando la complejidad del cuerpo humano me surjen un sinfín de dudas……
Ya que hablas del cuerpo humano te resumo una anécdota: tengo una amiga a quien le detectaron un tumor cerebral. La única posibilidad para ella era una operación y sin muchas garantías. Al tiempo me la encontré por la calle y me dijo que iba al hospital La Fé de Valencia, pero porque había decidido colaborar en unos estudios para tratar de responder a la cuestión de por qué en el último TAC realizado antes de la operación el tumor había desaparecido por completo. Todavía no han encontrado la explicación. Milagro? Ella (y yo) cree que sí.Ahí lo dejo para que pienses un poco más. Gracias, José, por tu comentario.
Muy fuerte!!! Pero…hay veces que la razón no logra discernir lo que a veces la vida nos pone por delante.
Bufff., no me hagas pensar tanto.
Tema complicado!! Pero pienso que en esta vida es mejor creer en algo…Gracias, Aga,por tu comentario.